Taller de Corrección de Textos
Más de doce horas escudriñando y domando textos de la mano de Pilar Comín
Una de las novedades incorporadas al programa formativo de Estilo URV en la edición 2020-2021 ha sido el Taller de Corrección de Textos, cuya última sesión tuvo lugar el pasado 26 de marzo. Su principal propósito es que nuestros alumnos afiancen los conocimientos adquiridos en las sucesivas asignaturas del posgrado y resuelvan más deprisa y mejor los escollos más sutiles del texto.
El taller, impartido por Pilar Comín, se ha desarrollado mediante videoconferencia a lo largo de un mes en cuatro intensas sesiones de más de tres horas, con sus respectivos bises. Este sistema estimula la participación y el diálogo, lo que en gran medida aproxima las sesiones a las clases presenciales. En la primera se trataron problemas de léxico; en la segunda, de sintaxis; y en las dos últimas se abordaron, sin orden previsible, todo tipo de problemas que un corrector tiene que resolver en los textos.
Los alumnos habían cursado previamente el segundo módulo del posgrado, en el que se estudian los principales aspectos y problemas que hay que abordar tanto en la corrección ortotipográfica como en la de estilo, ordenados en una secuencia de dificultad y complejidad creciente. De esa manera, se digieren poco a poco conceptos, problemas, soluciones, técnicas, sutilezas y estrategias, como el que va subiendo tramos de escalera y puede tomar un respiro en cada descansillo.
Pero la corrección profesional no es así. No hay descansillos, casi ni peldaños; solo una mole ―a veces un otero, otras una cordillera― a cuya cima hay que llegar. Y de eso se trataba en el taller: de enfrentarse a fragmentos de texto en los que se agolpaban los problemas. Pensando en una coma dudosa, aparece una mayúscula impertinente; y, sin resolver todavía ninguna de las dos, el dilema de concordar por el sentido o por la gramática; y, entre lo que hay que concordar, salta una palabra comodín y otra que es un extranjerismo; y, con toda esa angustia, vete tú a saber si la oración de relativo es explicativa o especificativa; y, temblando por el gerundio que aparece en la oración siguiente, de repente, un plural que parece distributivo... Todo en cinco líneas, para ayer y a tarifa baja.
Lo cierto es que para ser corrector profesional, además de conocimientos, se requieren práctica, entrenamiento y costumbre. Y eso es lo que pretende ser el taller: un paso más para afilar el ojo, el juicio y el criterio a la hora de reconocer errores y aplicar soluciones. A la luz de los resultados, volveremos a apostar por él en las próximas ediciones del programa. La mejor recompensa: ver a nuestros alumnos plantear una alternativa léxica precisa, evitar estructuras sintácticas farragosas, deshacerse de los tópicos, reformular un solecismo y puntuar con seguridad, y, no sin un notable y muy valioso esfuerzo por su parte, perder el temor a intervenir y ganar seguridad y destreza como domadores de textos.